
Con este principio siempre lo primero que me viene es: «¡Pero no sabemos observar! Lo tenemos que aprender aún.»
¿No estás de acuerdo? Te invito a un ejercicio sencillo.
Mira a esta imagen y apunta lo que observas:

En la mayoría de los casos será algo en esta línea: Es una charla, con el público en medio y la ponente explicando una proyección. También podría ser que veas algún tipo de clase de formación de adultos, por ejemplo una presentación en un ámbito universitario.
Pero estas ideas no son observaciones sino juicios que has sacado a base de tus observaciones. ¿Y seguro que son ciertos? También podría ser una reunión de una asociación o una presentación en alguna empresa, ¿no?
Cuándo tratamos de observar apuntamos meramente descriptivo lo que percibimos. Por ejemplo en caso de esta imagen iría así: Hay personas sentadas en semicírculo, mirando a algo proyectado en la pared y una persona parada al lado de esta proyección. Son personas adultas, hombres y mujeres, la mayoría de físico «europeo» y una persona de piel negra. Dos mujeres tienen canas. Hay una mesa con objetos encima de ella que tienen forma de cubo, y unas cuerdas que salen de ellos y conectan con un nodo en el suelo. En la pared hay carteles o pancartas, una lleva frases de «no al…» Hay un ventilador.
Todo lo que se sale de la mera descripción son juicios, es decir conclusiones que sacamos de nuestras observaciones. La cosa es que a menudo pasamos con tanta rapidez de la observación al juicio que ni siquiera somos conscientes de nuestras observaciones.
De hecho, una vez que empezamos a preguntar: «¿Esto es descripción o juicio?» se desvela cómo pregunta de profundización infinita. En la descripción anterior por ejemplo describo «algo proyectado en la pared.» Ahora veo que puede ser visto cómo un juicio y más descriptivo sería: «Al lado de la persona parada hay un cuadrado más claro en la pared con algunas manchas de colores que no se reconocen bien». Queda a nuestro juicio, según las observaciones, si este cuadrado lo interpretamos cómo ventana, pantalla o proyección. Seguramente hay algún detalle sútil que empuja que lo interpretemos de una manera u otra, pero cómo dije antes, a menudo no estamos conscientes de este proceso.
Así que, decir que es una proyección es un juicio. De hecho si me pongo fina casi todo lo que puse en la descripción de la imagen son juicios. Hombres y mujeres adultos, por ejemplo. ¿Seguro que no hay ningún adolescente entre medias? La vestimenta y el pelo son del estilo que en nuestro contexto cultural suelen llevar personas mayores, así que a la hora de redactar me sentí cómoda diciendo que son personas adultas. Pero en el fondo es un juicio.
Y así podemos seguir hasta el infinito. Si llevamos esta lógica hasta el final terminamos describiendo formas geométricas y colores para luego interpretarlas y llegar a a una descripción más útil. La cosa es que esto no es muy práctico, alarga mucho el proceso de trabajo para llegar a observaciones que nos sirvan

Principio 1: Observa e interactua
«La belleza está en los ojos del que la percibe.»
Entonces aquí nos encontramos con dos extremos: por un lado juicios rápidos que en los que la observación es meramente inconsciente y por otro lado observaciones tan descriptivas que pierden toda la utilidad.
El peligro de lo primero es que el salto de observación a interpretación, es decir al juicio, es tan rápido que podemos confundir esta interpretación con la realidad. Si me he equivocado a la hora de interpretar, toda mi acción falla por no ser adecuada a la realidad. Y ni siquiera soy capaz de descubrir por qué, porque para esto me tendría que dar cuenta que lo que percibo como verdad, no lo es. Un ejemplo breve: una compañera que colaboraba conmigo empezó a flaquear, es decir, a no hacer lo que habíamos acordado, llegar tarde a las reuniones, si es que venía, etc. Hubiese sido muy fácil decir: «No le interesa lo que hacemos» o «Es una irresponsable» o algo así, tachándola, descartándola. En vez de ello me mantuve en silencio, observando y esperando, porque estaba consciente que no sabía que había detrás de su comportamiento. Y después de varios meses se abrió y me mostro un secreto muy vulnerable: Tenía una situación muy violenta con su pareja que la tenía muy inestable y apenas capaz de funcionar. Por esto era tan inestable en el trabajo y una vez que resolvión aquella situación cambió totalmente su patrón de comportamiento. Esta, y muchas otras experiencias similares, me han mostrado lo peligroso que es juzgar antes de tiempo, porque aún solo había visto la punta del iceberg. En el caso descrito me hubiera restado a mi misma una colaboradora que hoy en día es un puntal en mi trabajo.
Conozco muchas personas que hablan mal de otros, que dicen que fulanit@ es irresponsable, egoísta, soberbio, racista… Siempre cuando oígo tales acusaciones me pregunto: «¿Tiene razón? ¿O será que ha juzgado antes de observar bien y con ello ha boicoteado lo que podría ser una relación interesante?»
Por esto creo que es tan importante pararse a observar antes de sacar conclusiones, hacerlo de manera consciente y tratar de bajar el nivel de juicio tanto cómo se pueda manteniendo la agilidad. Por ejemplo en la descripción de la imagen superior tratar de llegar a la conclusión de que hay mesas, sillas o personas a través de un proceso descriptivo me parece poco util, pero sí me pareció importante solo hablar del color de la piel de las personas y no saltar a conclusiones de su procedencia. E igual, después de escribir esta redacción, veo que sería más útil afinar la expresión sobre «personas adultas» que puse en la primera redacción. Porque así me aclaro a mi misma sobre qué partes tengo información objetiva y dónde empieza la interpretación mía.
Ahora de vuelta a mi afirmación del principio: «No sabemos observar» Pues sí, de esto es lo que estoy convencida. Que la mayoría de los pensamientos y expresiones individuales y colectivas hoy en día empiezan por juicios sin haber pasado de manera consciente por la fase de observación, que la mayoría de las personas nunca se para a recoger observaciones de manera consciente, tratando de de hacerse percibir sin juicios. Y así se privan de muchos matices que tiene la realidad y castran su propia capacidad de elaborar propuestas que respondan al mundo que nos rodea. En este sentido te invito a que te tomes tiempo a pararte a observar tu entorno, tratando de ver lo que hay detrás del velo de tus juicios. ¿Te animas?